sábado, 23 de noviembre de 2013

El Dolor

   

      No existen dos personas que midan el dolor en la misma escala. El dolor que alguien me ha provocado siempre será mayor para mí que para la persona que me la ocasionó. El dolor que yo te causo, siempre será peor para ti, de lo que a mí me parece. Los dolores dados y los dolores recibidos nunca podrán equilibrarse. La diferencia entre el dolor provocado y el dolor sufrido es como la diferencia entre escalar una montaña y descenderla, nunca se experimenta la misma sensación en ambas direcciones...

      Si tú me lastimas y yo tomo represalias, puedo pensar que te he dado solamente lo que merecías, nada más... pero, tú lo sentirás  como un dolor demasiado grande para ser aceptado. Tú pasión por la justicia te forzará a desquitarte, sólo que, está vez con más intensidad, después será mí turno. ¿y podremos detenernos en algún momento? El ojo por ojo se convierte en pierna por pierna y, eventualmente, vida por vida.  No importa cuales sean nuestras armas: Palabras, puñales, flechas, balas, bombas; misiles nucleares, la venganza nos atrapa en un ascenso de violencia. Gandhi tenia razón: «Si todos viviéramos bajo el precepto de ojo por ojo, el mundo entero quedaría ciego» La única solución es el perdón.

     El perdón no es la alternativa para aliviar la venganza, por ser suave, y amable; es una alternativa viable porque es la ruta creativa hacía una menor injusticia.

     El perdón tiene el poder creativo para apartarnos de un momento pasado de dolor, para liberarnos de nuestra eterna reacción en cadena y crear una nueva situación en la que tanto el verdugo como la victima puedan empezar nuevamente.

     El perdón ofrece la oportunidad de una vida juntos, en lugar de una muerte compartida. El perdón es un milagro de la voluntad que retira la pesada obstrucción que impide que la hermandad se realice, un milagro que culmina cuando dos personas distanciadas se reúnen en una relación tan nueva y justa como el tiempo y las circunstancias la permitan...