Tampoco se puede rechaza lo nuevo, porque lo viejo sigue
sin darte lo que buscas, lo viejo promete sin cumplir, lo viejo es conocido
pero miserable. Lo nuevo puede ser incómodo pero al menos hay una posibilidad,
expectativa, proporciona felicidad. De modo que no puedes rechazarlo pero
tampoco puedes aceptarlo; por eso vacilamos, sentimos miedo y surge una gran
ansiedad en nuestro ser. Es natural no pasa nada raro. Siempre ha sido así y
siempre será así.
Comprendamos la llegada de lo nuevo, Todos queremos volver
a ser nuevo, porque nadie está satisfecho con lo viejo. Nadie puede estarlo,
porque sea lo que sea, ya lo conoces. En cuanto lo conoces se vuelve
repetitivo; en cuanto lo conoces se vuelve aburrido, monótono. Quieres librarte
de ello. Quieres explorar, buscamos la aventura. Sin embargo, cuando lo nuevos
toca a nuestra puerta, nos acobardamos, nos encogemos, nos escondemos en lo
viejo. Es un gran dilema. Debemos tener un coraje extraordinario. El mundo está
lleno de cobardes, nos llegan oportunidades y en nuestra cobardía cerramos los
ojos y desfilan muchas oportunidades que perdemos por el miedo al cambio,
cuando debemos ser valientes, crecer en avanzada, evolucionar, ser y no fingir
ser.
La novedad viene del más allá, es decir, de Dios. La
novedad viene de la existencia. La mente siempre es vieja. La mente es una
acumulación del pasado. La novedad es un regalo de Dios. La existencia nos
colma de regalos, pero estamos anclados a nuestro pasado. Estamos en una
especie de tumba. Nos hemos vuelto insensibles por culpa de nuestra cobardía.
Sintamos lo nuevo, la emoción de lo nuevo, que nazca la pasión por lo nuevo y
por la aventura, entrando a lo desconocido sin saber adónde vamos. La mente
cree que esto es una locura. La mente cree que no es racional abandonar lo
viejo. Pero Dios siempre es lo nuevo. Por eso cuando hablamos de Dios, no
podemos usar el pasado ni el futuro. Dios ni era ni será, Dios es. Siempre es
nuevo, siempre es virgen. Y tiene acceso a ti. Feliz nuevo año 2016 y les auguro todo lo bueno y nuevo que
viene de parte de Dios a sus vidas.