Hay muchos resentimientos que pueden acumularse en uno, en
el lapso de un día y la única manera de poner en el rostro una marca de
alegría nuevamente, es mediante el descubrimiento de un amor que sobrepasa todo
y es capaz de superar los resentimientos y llenarnos del espíritu del perdón. “Te
perdono”, es el lenguaje del amor.
He aprendido
que es una tontería regañar a los demás, bastante tenemoscon vencer nuestras propias limitaciones sin
irritarnos por el hecho de que Dios no haya creído conveniente distribuir por
igual el don de la inteligencia.
Ningún hombre
se critica así mismo por nada, por grandes que sean sus errores. La crítica es
inútil porque pone al prójimo en la defensiva, y por lo común hace que trate de
justificarse. La crítica es peligrosa, porque lastima el orgullo, tan precioso
del hombre, hiere su sentido de la importancia y despierta sus resentimientos.
Hay dos clases
de personas en el mundo, los que levantan murallas y los que construyen
puentes. Robert Lee Frost dijo
una vez: “Antes de edificar murallas hay que mirar bien qué es lo que uno deja
fuera y qué es lo que uno encierra adentro”. Ese es un buen consejo para los
constructores de murallas, porque en su autodefensa y hostilidad suelen hacer
que la gente se aleje de ellos.
Los ingenieros
de puentes somos aquellos que siempre esperamos lo mejor de los demás, creemos
que es posible esperar algo bueno de las personas y estamos ansiosos de creer
siempre lo mejor, aún, en las circunstancias más desfavorables. ¡Tendemos
puentes porque hemos aprendido el lenguaje del amor!
La solución es
aprender este lenguaje y comienza con estás palabras “El amor no guarda rencor”.
1era de Corintios, cap 13, versículo 5.
La Verdadera riqueza de: purocuento.com ("quiero compartirlo con Ustedes")
Un
día, el padre de una familia adinerada llevó a su hijo a un viaje por
el campo, con el firme propósito de que viera cuán pobre era la gente
que vive en el campo.
Pasaron todo el día y la noche en la granja de una familia campesina muy humilde.
Al concluir el viaje, ya de regreso en su casa, el padre le pregunta a su hijo:
Padre: ¿Qué te pareció el viaje?
Hijo: Muy bonito, papá.
Padre: ¿Viste lo pobre que puede ser la gente?
Hijo: Sí.
Padre: ¿Y qué aprendiste?
Hijo:
Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cinco. Nosotros
tenemos una piscina larga hasta a la mitad del jardín, ellos tienen un
arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos lámparas importadas en el
patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta la muralla
de la casa, el de ellos tiene todo un horizonte. Ellos tienen tiempo
para conversar y convivir en familia, tú y mi mamá tienen que trabajar
todo el día y casi nunca los veo.
Al terminar el relato, el padre se quedó mudo, y su hijo agregó:
¡¡¡Gracias papá, por enseñarme lo ricos que podemos llegar a ser!!!
Ser una persona desapegada no implica que se sea
distante, fría o que no se valore lo que tanto sacrificio ha costado conseguir.
El
desapego es mirar las cosas y la vida en general con mucho amor, generosidad y
consciencia.
Una persona que aprende a vivir con lo
que tiene, pero no siente temor de perderlo se puede considerar verdaderamente
libre. Aquel que no acumula bienes, objetos o personas sino que disfruta de
todo cuanto tiene y no tiene es una persona feliz y sabia, Llegar a esta
postura no es fácil. Posiblemente, para poder tener esta mentalidad se
haya tenido que perder mucho. El ser humano aprende mediante las crisis ya sea
de orden económica o existencial.
Uno aprende a valorar las cosas, “lamentablemente
gracias al sufrimiento”, En cuanto al afecto, amar a alguien significa dejar
ser libre. El desapego no es abandono sino amor incondicional. No podemos
mantenernos presos unos de otros. No hay que depender de nadie ni hacer que
nadie dependa de uno.
Hay que intentar vivir cada día como si
fuera el último sin que exista la necesidad de consumir a nuestra pareja, a
nuestros amigos para esclavizarlos. Si se logra entender el verdadero
significado del desapego se estará trascendiendo a un nivel espiritual más
elevado que traerá muchos beneficios.
Dentro de
cada uno se esconde la herramienta más poderosa que hay que poner en práctica y
es la de la generosidad del amor. Nadie puede enseñar al otro a
desentenderse de los bienes materiales y las personas que nos anclan y hacen
presos de una conducta consumista exagerada.
En nuestro interior está la clave para
afrontar este tema con sensatez. La introspección sirve para conocernos, para
preguntarnos y reflexionar hasta hallar las respuestas necesarias.
¿Qué
realmente nos aporta esa prenda que nos hemos comprado, en qué nos ayuda tener
tantas cosas que no usamos, gente que nos desgasta o nos hace daño, por qué
seguimos teniendo un vínculo con ellas, qué estamos haciendo mal? Son todos
interrogantes que solamente cada uno podrá resolver.
A veces
es más simple de lo que parece. Destinar un fin de semana a hacer algo
diferente que no implique el uso de la billetera. Encontrarse con uno mismo en
una determinada situación.
No
es necesario irse lejos a un retiro espiritual, sino que es importante poder
encontrarse con uno mismo sin miedos ni prejuicios. Realizar un pequeño cambio
para hacer la gran diferencia. Ver que otra manera de vivir y relacionarse con
el mundo es posible.
Tendríamos
que tener todo lo que queremos sin necesidad de atarnos a deudas, conflictos
por dinero, sufrimientos amorosos a los que culpamos y queremos perpetuar
cuando ya no es posible. La vida no es tan compleja como nos quieren hacer
creer.
Estamos acostumbrados a otorgarle
emoción a una determinada situación si nos da satisfacción el resultado
obtenido. Si nos compramos una casa, entonces somos felices.
Si
nos vamos de viaje, entonces nos alegramos, si acumulamos cada vez más ropa,
nos sentimos satisfechos y así vamos formando y alimentando nuestra existencia.
Aprender a ser feliz por otro tipo de cosas es posible.
Qué tal si nos educamos y educamos a
nuestros hijos a ser felices por estar juntos, por compartir este maravilloso
día de sol o lluvia, por las cosas sencillas que son las que en definitiva
deberían valer la pena.
Dar: la
mejor manera de ejercitar el desapego es dando. Compartir lo que uno tiene,
no tener miedo de que no vuelva. Lo que es nuestro es de todos. Dar con amor y
verdadera generosidad.
Esta
actitud es muy poderosa ya que estaremos vibrando tan alto que recibiremos lo
mismo que somos capaces de dar.
El desapego no implica renunciar a
los sueños
de tener todo aquello que se desea. Lo importante es no sentir miedo
de perder lo que se tiene.
Poder valorar otras cosas importantes
de la vida y no sufrir por las pérdidas, sino reciclarlas y ver siempre el lado
positivo, preguntarnos cuál es la lección que tenemos que aprender de los que
nos está pasando y siempre hacer el esfuerzo de mirar la realidad desde muchas
perspectivas.