Tristemente hay muchas circunstancias en
el mundo que privan a la gente de la tranquilidad de ánimo. Mencionemos algunas.
En muchos países como este, el
desempleo, la falta de vivienda, los salarios bajos, la alta inflación, son la
causa de la pobreza y de la desesperación ante la situación económica. En
muchos lugares las personas consumen la mayor parte de sus energías tratando de
hacerse millonarios y conseguir posesiones
materiales. Pero, con mucha frecuencia, el modo de vida competitivo que
ellos suponen produce ansiedad, no paz. También privan a las personas de paz,
la enfermedad, las guerras, el delito, la inseguridad, la injusticia y la
opresión.
Ciertamente, nuestros días son muy
distintos a los de Thoreau. Una diferencia fundamental es que hoy no
escasea el consejo oportuno respecto a
cómo conseguir tranquilidad mental. Nos ofrecen sus ideas los psicólogos, los
escritores de los libros de autoayuda, hasta los columnistas de los periódicos,
sus consejos son de gran ayuda. Pero, si deseamos soluciones duraderas
necesitamos algo más profundo, la dirección espiritual de Dios. Muchos viven
sin esperanzas, es triste como muere la juventud venezolana, en particular y la
del mundo entero. Andan sin Dios en el
mundo sin esa conexión proveedora de paz, tranquilidad y esperanza. Dios nos
ama y se interesa por nosotros, él está atento a nuestras necesidades, solo
está esperando que lo tomemos en cuenta y le demos prioridad en nuestras vidas.
Dios no está muy lejos de cada uno de nosotros. Le pedimos a Dios pero no
esperamos que Dios nos ayude sino que nos precipitamos a tratar de resolver con
nuestras propias manos, con nuestras imperfecciones lo que solo es posible para
Dios. ¿Para qué molestamos a Dios, si no vamos a esperar en él? Tener este
sincero convencimiento es un factor de importancia fundamental para conseguir
paz interior. Confiemos en Dios y tengamos confianza en nosotros mismos. Todos
los elementos del éxito se encuentran en nosotros.
Antonio
Guzmán.
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