El gris de la carretera se ha estremecido en estos sitios
muchas veces,… a cada rato. La muerte como veloz monstruo de acero, se
entretiene absorbiendo cuerpos físicos, es lo único que puede acabar pues el
alma es de quien la creó y a Dios vuelve…
Muchas
familias quedan sin suspiros absortos en un sólo asombro, preguntándose ¿Por
qué? ¿Y Dios no nos dio una señal? ¿Y qué hacemos ahora? ¡El responsable pagará por su negligencia! ¿Y quién devuelve la vida? ¿Esa Presencia física?
¿Esa voz, esa sonrisa?
Nada volverá a
ser igual, más nunca. Se carga con el dolor y se vive o sobrevive con ese
sentimiento aunque el luto y sus fases sean superados. ¡Cómo la cicatriz de
enorme herida! ¡Ha de dejar su profunda huella!
El Hombre es un alma y tiene un cuerpo. El
cuerpo no es el hombre. El cuerpo es solo la vestidura del Hombre. La muerte
absorbe la vestidura; como quitarse el abrigo. Ese abrigo que fue su cuerpo
visible.
-No he perdido nunca a nadie, ellos
siguen aquí conmigo... Solo he perdido de vista, el abrigo en el cual estaba
acostumbrado a verlos envueltos. Se llevaron sus abrigos, más no los hombres que los
vestían... ellos siguen aquí conmigo... ¡Entre nosotros!
A.G.