jueves, 29 de octubre de 2015

AmadoS


El gris de la carretera se ha estremecido en estos sitios muchas veces,… a cada rato. La muerte como veloz monstruo de acero, se entretiene absorbiendo cuerpos físicos, es lo único que puede acabar pues el alma es de quien la creó y a Dios vuelve…

          Muchas familias quedan sin suspiros absortos en un sólo asombro, preguntándose ¿Por qué? ¿Y Dios no nos dio una señal? ¿Y qué hacemos ahora?  ¡El responsable pagará por su negligencia!  ¿Y quién devuelve la vida? ¿Esa Presencia física? ¿Esa voz, esa sonrisa?

          Nada volverá a ser igual, más nunca. Se carga con el dolor y se vive o sobrevive con ese sentimiento aunque el luto y sus fases sean superados. ¡Cómo la cicatriz de enorme herida! ¡Ha de dejar su profunda huella!

          El Hombre es un alma y tiene un cuerpo. El cuerpo no es el hombre. El cuerpo es solo la vestidura del Hombre. La muerte absorbe la vestidura; como quitarse el abrigo. Ese abrigo que fue su cuerpo visible.

          -No he perdido nunca a nadie, ellos siguen aquí conmigo... Solo he perdido de vista, el abrigo en el cual estaba acostumbrado a verlos envueltos. Se llevaron sus abrigos, más no los hombres que los vestían... ellos siguen aquí conmigo... ¡Entre nosotros!
                                                                                                          A.G.

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