Al final del camino
Al final del camino, no encontraremos
nada, solo el cansancio de haber caminado tanto. Esperando el final,
quizás decepcionado por no encontrar nada., tal vez un pedazo de espejo tirado
en el suelo ante nuestros pies y al alzarlo únicamente veremos nuestro
rostro deteriorado por el tiempo, ese implacable tiempo que transcurre
lentamente sin parar, ese tic tac del péndulo del reloj. No encontraremos nada
porque en el camino de la vida que nos toca vivir simplemente no obtendremos
nada tangible el cual pueda ser palpado con nuestras manos percibidos por
nuestros ojos, deleitado por nuestros oídos, saboreados por nuestros labios o
disfrutados por nuestro olfato, sino todo lo contrario, será algo
intangible que sólo es posible palparlo, percibirlo, deleitarlo saborearlo y
disfrutarlo por el sentir interno de de nuestro corazón sentimental, por
nuestro espíritu, porque al final de ese camino lograremos encontrar nada más
al camino y a la satisfacción de haberlo recorrido con un gran tesoro
inquebrantable y eterno. En nuestra mente ahí está el tesoro y la
solución de todas las cosas. Nuestro poder mental, nuestra capacidad de
vencimiento. Allí como una gran masa sólida. Ese es el verdadero gran tesoro
que obtendremos al final del camino, solamente nuestra capacidad de resistir
entre la debilidad y la fuerza; lo bueno y lo malo, la alegría y la tristeza;
vivir o no vivir; ser o no ser; hacer o inhibirnos y la conjugación de
todos los verbos a través del tiempo todo llegará ahí, hasta llegar a nuestra
formas unicelulares.
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