En Génesis cap.24; ver.34, el siervo de Abraham
dice que Jehová había prosperado a su amo, que este se había engrandecido, y
que le había dado ovejas y vacas, plata y oro, siervos y siervas, camellos y
asnos.
Algunas personas no saben recibir. A
veces, tenemos grandes problemas en recibir de parte de Dios.
Por diferentes razones, no tenemos
el corazón abierto para recibir de parte de Dios. El recibir algo nos hace
sentir incómodos. El que alguien haga algo por ti, te hace sentir incómodo. El que
alguien te favorezca, en un momento dado, te hace sentir incómodo. Si alguien
hace algo por ti, sientes que le debes el favor, y no estás tranquilo hasta que
pagues el favor que aquella persona te hizo. No disfrutas lo que te han dado.
Cuando no tenemos la capacidad de
recibir, caemos en una conciencia de estrechez, donde Dios no puede hacer nada.
No podrás alcanzar el final de tu fe, si no entiendes que hay una parte de todo
lo que Dios quiere hacer contigo que siempre será dada por gracia.
No se trata de que te vayas al
extremo de buscarlo todo de gratis, pero tienes que entender que no va a ser tu
esfuerzo únicamente lo que va a producir los grandes resultados, sino que va a
llegar un momento dado en tu vida donde la fe que hay en ti, la revelación que
hay en ti, va a provocar que ciertas cosas comiencen a ser añadidas a tu vida,
y el favor de Dios se va a mostrar en ti.
Si todo lo que tienes, lo que
alcanzas, es por tu esfuerzo, entonces, no está el factor divino. Tiene que
haber algo en tu vida que no tenga otra explicación que: Solo Dios me lo dio.
Tiene que haber algo que tú no puedas decir que lo trabajaste, que lo luchaste,
que lo sudaste.
Ciertamente hay cosas que vas a
tener que luchar, cosas que vas a tener que trabajarlas, sudarlas. Vas a tener
que engrandecerte, como hizo Abraham, vas a tener que poner acción. Pero tiene
que haber algo dentro de ti, que muestre que hay favor divino.
Lamentablemente, en la vida de muchas
personas, eso no existe, porque han encerrado su corazón, al grado de no poder
recibir de Dios. Y, sin darse cuenta, comienzan a detener el potencial de Dios
en sus vidas.
Tiene que haber un momento dado en
que tú ensanches tu corazón para recibir de Dios
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